Reseña en Proyectounder


20.Ago.08 | (Por Ramiro Baca Paunero) “Soy un ser muy sensible a la conducta de los objetos. Puedo sentir la molestia de un cenicero sobrecargado, o la vibración de terror que produce una tijera apoyada sobre un papel. Conozco el lenguaje de las puertas, y en ocasiones, cuando alguien golpea, la puerta me trasmite el estado de ánimo o las intenciones más evidentes del visitante…” Así se iniciaba El Complot, un relato paranoico que Enrique Symns publicó en la revista Cerdos & Peces en 1989. Esa misma sensación de acoso por parte de los objetos es la que produce el álbum homónimo de Las Cosas

El concepto “menos es más” es tomado por este cuarteto que “coloca” el sonido de sus guitarras, bajo y batería dentro de cada pieza instrumental, como quien coloca determinado objeto en una instalación, o un color dentro de una pintura. Los integrantes de Las Cosas vendrían a ser algo así como artistas plásticos del sonido. Y si bien hay rock psicodélico, jazz, o tango, este disco misterioso destaca por adentrarse en lo desconocido.

Austeridad y sugerencia son de las principales armas de un grupo que, al igual que el miedo a la oscuridad, amenaza sin motivo aparente. Por eso cada silencio te deja sordo, y cada distorsión de guitarra, como ruido conocido, te tranquiliza; La repetición, en vez de estacionar, te lleva de viaje; y la melodía, encantadora, te perturba. Y ya que estamos paradójicos, podemos decir que se trata de una banda instrumental, cuyos sonidos no suenan a instrumento, y de una música sin palabras, pero con una imagen tremenda: un cuarto oscuro, una casa silenciosa, una cortina misteriosa y un juego de sombras provocadoras. Pocas veces el arte gráfico de un disco estuvo tan a la altura de su música, y viceversa. Como nunca, la imagen vale más que mil palabras.

Este elepé de poco más de 23 minutos es una muestra de lo excitante que puede ser un disco instrumental, ya que no cae en el onanismo autoreferencial de los experimentos de conservatorio, ni en el cliché psicodélico de las bandas de stoner rock. Todo está tocado en función de un fin expresivo. Un estado de alerta ante el acoso de los objetos quietos, de la soledad, del silencio y de las figuras que forman las sombras. Por eso la violencia de Las Cosas -el grupo, pero también los objetos- se muestra como distorsión intensa en Beleu Silé, como ruidos desconocidos en Manual S.50 ms, como estado de transe en el cover orgánico de Krafterk Autopista: Piloto - Pasando - Finale, o como el estado más encantador de locura en Barracas, el tema más logrado del disco, y que podría sonar en la cabeza del citado Symns, en su peor momento de abstinencia

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